Declaraciones de Elena G. de White en relación con la observancia de la Navidad y los regalos de la fiesta*
La fiesta de la Navidad
“Ya
llega la Navidad”, es la nota que resuena por el mundo, del este al
oeste y del norte al sur. Para los jóvenes, para los de edad madura, y
aun para los ancianos, es una ocasión de regocijo general. Pero, ¿qué es
la Navidad para que requiera tanta atención?...
Se
dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la
observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no
hay seguridad de que estemos celebrando el día preciso en que nació
nuestro Salvador. La historia no nos da pruebas ciertas de ello.
La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal
conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de
ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo
el asunto. Por lo tanto, el silencio de las Escrituras al respecto nos
parece evidencia de que nos fue ocultado con el más sabio de los
propósitos.
En su sabiduría, el Señor no reveló el lugar donde
había sepultado a Moisés. Le enterró, luego le resucitó y lo llevó al
cielo. Obró así, en secreto, para evitar la idolatría. Aquel contra
quien se habían rebelado [los israelitas] mientras estaba en servicio
activo, aquél a quien provocaron por poco más allá de lo que podía
soportar un ser humano, fue casi adorado como Dios después que la muerte
lo separó de ellos. Por el mismo motivo Dios ocultó el día preciso en
que nació Cristo, a fin de que ese día no recibiese el honor que debía
darse a Cristo como Redentor del mundo, quién es el único que debía
recibirlo y en quién se debía confiar por ser el único capaz de salvar
hasta lo sumo a todos los que se allegan a él. La adoración del alma debe tributarse a Jesús como Hijo del Dios infinito.
Para glorificar a Dios, no al hombre
No
descansa una santidad divina sobre el 25 de diciembre, y no agrada a
Dios que cualquier cosa que concierna a la salvación de los hombres, por
el infinito sacrificio hecho por ellos, sea tan tristemente pervertido
de su plan manifiesto. Cristo debe ser el objeto supremo; pero como se
ha estado observando la Navidad, en lugar de tributarse a Él la gloria
se tributa al hombre mortal, cuyo carácter pecador y defectuoso hizo
necesario que él viniera a nuestro mundo.
Jesús, la
Majestad del cielo, el Rey del cielo, se despojó de su realeza, dejó su
trono de gloria, su elevada autoridad, y vino a nuestro mundo para traer
al hombre, debilitado en sus facultades morales y corrompido por el
pecado, la ayuda divina. Vistió su divinidad con humanidad, para poder,
desde las mismas profundidades del dolor y miseria, elevar al hombre
caído. Al llevar sobre sí mismo la naturaleza humana, elevó a la
humanidad a una escala de valor moral con Dios. Estos grandes temas son
casi demasiado altos, demasiado profundos, demasiado infinitos, para la
comprensión de las mentes finitas.
Los padres deben comentar
estas cosas ante sus hijos e instruirlos, línea sobre línea, precepto
sobre precepto, en su obligación para con Dios –no en su obligación uno
con otro, para honrarse y glorificarse unos a otros con regalos y
obsequios. Sino que debe enseñarse que
Jesús es el Redentor del mundo, el tema de pensamiento, del esfuerzo
meticuloso; que esta obra es el gran tema que debe captar su atención;
que deben llevarle a Él sus regalos y obsequios. Así lo hicieron los sabios y los pastores.
Es difícil pasarla por alto
En
vista de que el 25 de diciembre se observa para conmemorar el
nacimiento de Cristo, y en vista de que por el precepto y por el ejemplo
se ha enseñado a los niños que es en verdad un día de alegría y
regocijo, os resultará difícil pasar por alto esa fecha sin dedicarle
cierta atención. Es posible valerse de ella con un buen propósito.
Es
necesario tratar a los jóvenes con mucho cuidado. No se les debe dejar
que en ocasión de Navidad busquen diversión en la vanidad y la búsqueda
de placeres, o en pasatiempos que pudieran perjudicar su espiritualidad.
Los padres pueden controlar esto
dirigiendo la atención y las ofrendas de sus hijos hacia Dios y su
causa, y hacia la salvación de las almas.
En vez de ser
ahogado y prohibido arbitrariamente, el deseo de divertirse debe ser
controlado y dirigido por esfuerzos esmerados de parte de los padres. Su
deseo de hacer regalos puede ser desviado por cauces puros y santos a
fin de que beneficie a nuestros semejantes al suplir la tesorería con
recursos para la grandiosa obra que Cristo vino a hacer en este mundo.
La abnegación y el sacrificio propio caracterizaron su conducta, y deben
caracterizar también la de los que profesamos amar a Jesús porque en él
se concentra nuestra esperanza de vida eterna.
Sustituir con placeres inocentes los entretenimientos pecaminosos
No
puede pedirse que los jóvenes sean tan sedados y serios como los de más
edad, que el niño sea tan sobrio como el caballero. Mientras que se
condenan las diversiones pecaminosas, como debe hacerse; que los padres,
maestros y guardianes de los jóvenes provean en su lugar placeres
inocentes que no tienten o corrompan la moral. No aprisionen a los
jóvenes con reglas y restricciones rígidas que los lleve a sentirse
oprimidos y los quebrante e ingresen en los caminos de la locura y la
destrucción. Con mano firme, bondadosa y considerada sostengan los
lineamientos de gobierno, guiando y controlando sus mentes y propósitos,
aunque tan gentil, sabia y amorosamente, que ellos entiendan que
todavía tienen los mejores deseos para ellos en vista.
Cuantos
padres están lamentando el hecho de que no pueden mantener sus hijos en
el hogar, que no tienen amor por el hogar. A una edad temprana tienen
deseo por la compañía de extraños; y tan pronto como son los
suficientemente grandes se apartan de lo que les parece que es una
atadura y una restricción irrazonable, y no harán caso de los ruegos de
su madre ni los consejos de su padre. La investigación revelaría
generalmente que el pecado yace a la puerta de los padres. No hicieron
del hogar lo que debiera ser –atractivo, placentero, brillante con el
sol de palabras amables, miradas agradables y amor verdadero.
El
secreto de la salvación de sus hijos reside en hacer de su hogar un
lugar lindo y atractivo. La indulgencia en los padres no unirá los hijos
a Dios ni al hogar; lo que salvará a muchos hijos de la ruina es una
influencia firme y bondadosa para entrenar y educar apropiadamente la
mente.
El árbol de Navidad
No
adopten los padres la conclusión de que un árbol de Navidad puesto en
la iglesia para distraer a los alumnos de la escuela sabática es un
pecado, porque es posible hacer de él una gran bendición. Dirigid la
atención de esos alumnos hacia fines benévolos. En ningún caso debe ser
la simple distracción el objeto de esas reuniones. Aunque algunos
truequen estas ocasiones en momentos de negligente liviandad y no
reciban la impresión divina, para otras mentes y caracteres dichas
ocasiones resultan altamente benéficas. Estoy bien convencida de que
pueden idearse substitutos inocentes para muchas reuniones
desmoralizadoras.
Llega la
Navidad. Que todos tengan la sabiduría para hacer de ésta una ocasión
preciosa. Que los miembros de más edad se unan, en corazón y alma, con
los niños en sus entretenimientos y recreaciones inocentes, en idear
formas y medios para mostrar verdadero respeto a Jesús al traerle
regalos y donativos. Que cada uno recuerde los reclamos de Dios. Su
causa no puede avanzar sin vuestra ayuda. Que los regalos que
generalmente se prodigan unos a otros sean puestos en la tesorería del
Señor… Que en cada iglesia vuestras pequeñas ofrendas sean puestas en
vuestro árbol de Navidad. Que el precioso emblema “siempre verde”
sugiera la santa obra de Dios y su beneplácito para con nosotros; y que
la obra de un corazón amoroso sea salvar otras almas que están en la
oscuridad. Que vuestro trabajo esté en armonía con vuestra fe…
En
todo árbol del jardín de Satanás cuelgan frutos de vanidad, orgullo,
altivez, malos deseos, extravagancia –todos frutos envenenados, pero muy
gratificantes para el corazón carnal. Que
las iglesias presenten a Dios árboles de Navidad en cada iglesia, y
luego que cuelguen de ellos los frutos de las ofrendas de beneficencia y
de agradecimiento que provienen de corazones y manos dispuestos, frutos
que Dios aceptará como una expresión de nuestra fe y nuestro gran amor
hacia Él por el don de su Hijo, Jesucristo. Que el árbol sea cargado con
fruto, rico, puro y santo, aceptable a Dios. ¿Por qué no tener una
Navidad tal como la que el cielo pueda aprobar?
El intercambio de regalos
Miles
de dólares (en 1884) se gastan innecesariamente cada año en regalos de
unos para otros. Eso significa una pérdida para Dios, una pérdida para
su causa. Gratifica la vanidad, alienta el orgullo, crea toda clase de
insatisfacción, murmuración y queja, porque quizás el regalo no sea lo
que se estaba deseando ni del valor elevado que se deseaba o esperaba.
La Navidad no se observa según lo que implica su nombre.
El hombre ha abandonado a Dios en casi todas las cosas, y ha vuelto su
atención hacia sí mismo. Ha dejado los manantiales puros de agua
viviente que fluyen del trono de Dios, y se han procurado para sí
cisternas rotas que no pueden contener agua. Dios le dio al hombre una
prueba para que pueda ser apto para el cielo. Debía levantar su mirada
hacia Dios, quien debía ser el objeto de la adoración del alma, pero las
facultades talentosas, hábiles e ingeniosas se ejercieron todas para
hacer del yo el objeto supremo de la atención. El hombre ha quitado su
mirada de la Deidad y ha puesto sus ojos en lo finito, lo terrenal, lo
corruptible.
Satanás está tras esta obra de poner a Dios fuera de
la mente e interpone el mundo al yo para que el ojo no se fije sólo en
la gloria de Dios. Satanás cautiva y engaña la mente. Su sabiduría
infernal se ejercita continuamente para moldear y modelar el material
con el cual tiene que tratar, para hacer de Dios el objeto menor y
último de la devoción.
Dirijan la corriente hacia el cielo
Los
diversos entretenimientos de la sociedad han sido la ruina de miles
que, a causa de estos engaños de Satanás, podrían ser siervos del Dios
viviente. Hay caracteres arruinados que se ven por todas partes y que
han sido destruidos por el placer de las riquezas y de la moda; y el
trabajo aún va más allá. Miles más irán a la ruina, quienes no abrirán
los ojos para ver y percibir el hecho de que, aunque son profesos
cristianos, son amantes de los placeres más que de Dios…
Ahora,
hermanos, que en Navidad hagamos un esfuerzo especial para venir
delante del Señor con regalos y ofrendas de gratitud por el don de
Jesucristo como Redentor para el mundo. Que nada se gaste ahora
innecesariamente, sino que cada centavo que sobre sea dado al banquero.
Satanás ha tenido su forma en manejar estas ocasiones para adecuarlas a
sí mismo. Ahora, cambiemos la corriente hacia el cielo en lugar
de hacia la tierra. Mostremos por nuestras ofrendas que apreciamos la
abnegación y sacrificio de Cristo en nuestro favor. Que Dios sea
recordado por cada niño y padre; y que las ofrendas, pequeñas y grandes,
sean llevadas a la tesorería de Dios.
Vosotros, que tenéis
medios, que habéis tenido el hábito de hacer donaciones a vuestros
familiares y amigos hasta que os visteis perdidos por no saber qué
inventar para que sea nuevo e interesante para ellos, buscad poner
vuestro ingenio a prueba, al igual que vuestra influencia, para ver
cuántos medios podéis juntar para el avance de la obra del Señor. Que
vuestras habilidades y capacidades sean empleadas para hacer de la
próxima Navidad una de intenso interés, prestando vuestra atención al
Dios del cielo con ofrendas voluntarias y de gratitud. No sigáis más las
costumbres del mundo. Haced un cambio aquí, y ved si esta Navidad se
pueden ver miles de dólares fluyendo en la tesorería, para que el
almacén de Dios no se vacíe.
Podéis no ser recompensados
en la tierra, pero lo seréis en la vida futura, y en forma abundante.
Que aquellos que han planeado por mucho tiempo para sí mismos, que ahora
comiencen a planificar para la causa de Dios, y tendrán ciertamente
sabiduría adicional. Que la conciencia sea iluminada, y el amor de la
verdad y de Cristo tome el lugar de los pensamientos idólatras y del
amor egoísta.
¿No os levantaréis, mis hermanas y hermanos
cristianos, y no habréis de ceñiros para cumplir vuestro deber en el
temor de Dios, y no ordenaréis este asunto de modo que, en vez de
carecer de interés, rebose de placer inocente y lleve la señal del
cielo? Sé que la clase más pobre responderá a esta sugerencia. Los más
ricos también debieran manifestar interés y dar regalos y ofrendas
proporcionales a los recursos que Dios les confió. ¡Ojalá
que en los libros del cielo se hagan anotaciones acerca de la Navidad
cual nunca se las vio, por causa de los donativos que se ofrezcan para
sostener la obra de Dios y el fortalecimiento de su reino!- Review and Herald, 9 de diciembre, 1884 (porciones de este artículo aparecen en El hogar cristiano, pp. 434-439).
Regalos navideños
Se
acerca la época de las fiestas con su intercambio de regalos, y tanto
los jóvenes como los adultos consideran atentamente qué pueden dar a sus
amigos en señal de afectuoso recuerdo. Por insignificantes que sean los
regalos, es agradable recibirlos de aquellos a quienes amamos.
Constituyen una demostración de que no nos han olvidado, y parecen
estrechar un poco más los lazos que nos unen con ellos.
Hermanos y
hermanas, mientras estáis pensando en los regalos que queréis ofreceros
unos a otros, quisiera haceros recordar a nuestro Amigo celestial, que
no olvidéis lo que él nos pide. ¿No le agradará nuestra demostración de
que no le hemos olvidado? Jesús, el Príncipe de vida, lo dio todo para
poner la salvación a nuestro alcance... Hasta sufrió la muere, para
poder darnos la vida eterna.
Mediante Cristo es como recibimos
toda bendición... ¿No compartirá nuestro Benefactor celestial las
pruebas de nuestra gratitud y amor? Venid,
hermanos y hermanas, con vuestros hijos, aun con los niños de brazos, y
traed vuestras ofrendas a Dios de acuerdo con lo que podáis dar. Hónrenle
vuestros corazones con melodías y alábenle vuestros labios.
Regocijémonos de que nuestro Salvador vive para interceder por nosotros
en la presencia de Jehová. Como pueblo nos hemos deslizado de Dios;
regresemos a Él, y Él regresará a nosotros, y sanará todos nuestros
deslices. Que, en la próxima Navidad y las fiestas del nuevo año, no
sólo demos una ofrenda a Dios de nuestros recursos, sino que nos
entreguemos a Él sin reservas, como un sacrificio viviente.
Aunque
exhorto a todos en su deber de primero traer sus ofrendas a Dios, no
condeno por completo la práctica de hacer regalos de Navidad y Año Nuevo
a nuestros amigos. Está bien que nos otorguemos unos a otros pruebas de
cariño y aprecio con tal que no olvidemos a Dios, nuestro mejor Amigo.
Debemos hacer regalos que sean de verdadero beneficio para quienes los
reciban. Yo recomendaría libros que ayuden a comprender la Palabra de
Dios o que acrecienten nuestro amor por sus preceptos. Proveamos algo que leer para las largas veladas del invierno…
Necesitamos
pensar más en Dios y menos en nosotros mismos. Si pensamos sólo en Él
tan seguido como tengamos evidencia de su cuidado por nosotros, lo
mantendremos siempre en nuestros pensamientos, y nos deleitaremos en
hablar de Él y alabarlo. Hablamos de las cosas temporales porque tenemos
interés en ellas.
Hablamos de nuestros amigos porque los amamos;
nuestros gozos y lamentos están unidos a los de ellos. Todavía tenemos
razones infinitamente más grandes para amar a Dios que para amar a
nuestros amigos terrenales; recibimos más de Él que de cualquier otro
amigo, y debe ser la cosa más natural del mundo hacer de Dios lo primero
en todos nuestros pensamientos, hablar de su bondad y contar de su
poder, y responder a su amor mediante nuestras ofrendas y regalos
voluntarios para su causa.— Review and Herald, 26 de diciembre de 1882.
Desviados del verdadero objetivo
Nuestros
hijos han sido educados para esperar regalos de padres y amigos en
Navidad. La Navidad se celebra para conmemorar el nacimiento de Cristo.
Si la celebramos sólo buscando dar placer a nuestros hijos y unos a
otros, nuestras ofrendas se desvían de su verdadero objetivo. Debemos
traer nuestras ofrendas de agradecimiento al Señor, dejando nuestros
regalos a los pies de quien ha abierto los tesoros del cielo para
nosotros.
El enemigo planea que las mentes y corazones de los
seres humanos sean desviados de Dios y su causa, para alabarse y
honrarse unos a otros. Dios ha sido dejado fuera de la cuestión, y
deshonrado positivamente. La Navidad ha sido hecha un día de fiesta,
glotonería, indulgencia egoísta.
Ahora bien, que cada familia
considere este asunto con todo su peso. Que los padres lo pongan en todo
su maravilloso significado ante sus hijos y amigos, y digan: “Este
año no gastaremos dinero en regalos para nosotros mismos, sino que
honraremos y glorificaremos a Dios. Testificaremos de nuestra gratitud a
Él, quien dio a su Hijo para morir como nuestro sacrificio, para que
podamos tener el regalo de la vida eterna”. Que mostremos que
apreciamos este regalo, y que respondamos tanto como esté en nuestras
posibilidades con ofrendas de gratitud. Que celebremos la Navidad
recordando a Dios en lugar de a nuestros amigos y familiares con regalos
que no necesitan.
La recompensa de la abnegación
¿No
reconocerá Dios las ofrendas entregadas de esa forma? ¿No bendecirá a
los pequeños que traen algo de ofrenda por sí mismos al Maestro? ¡Por
cierto que lo hará! ¿No es ésta una oportunidad muy preciosa para educar
a vuestros hijos en la obra de abnegación por causa de Jesús? Contad a
los niños del gran campo misionero y habladles del amor de Cristo, del
gran sacrificio que hizo porque nos ama y desea que tengamos un hogar
con Él en su reino. Vino a nuestro mundo para bendecirlo con su divina
presencia, para traer paz, luz y gozo. Pero el mundo no lo recibió e
hizo morir al Príncipe de la Vida. Su muerte fue para poner los tesoros
del cielo al alcance de todo el que crea en Jesús.
Haced claro
este tema glorioso ante vuestros hijos, y mientras sus corazones jóvenes
se extienden con amor hacia Dios, dejadlos que presenten sus pequeñas
ofrendas para que realicen su parte en el envío de la preciosa luz de la
verdad a otros. Así los niños pueden llegar a ser pequeños misioneros
para el Maestro. Sus pequeñas ofrendas, al ingresar en la tesorería como
muchos riachos pequeños, pueden engrosar el canal de un río que
refrescará muchas almas que están sedientas por la verdad de Dios; e
incluso que estos niños puedan ver algunas almas salvadas en el reino de
Dios como resultado de su abnegación.- Review and Herald Extra, 11 de diciembre, 1888.
Las fiestas
Nos
acercamos rápidamente a la época de las fiestas, y la conciencia de
muchos se está cuestionando ahora qué curso tomarán que sea agradable a
la vista de Dios. Para el mundo, las fiestas se emplean en la frivolidad
y la extravagancia, la glotonería y la exhibición. En esta época,
prevalece la costumbre de dar y recibir regalos. Y no es una carga
pequeña para la mente saber cómo distribuir estos regalos entre los
amigos para que nadie se sienta menos. Es un hecho que muchas de las
envidias y celos se crean por esta costumbre de dar regalos.
En
ocasión de las próximas fiestas de Navidad y Año Nuevo se desperdiciarán
miles de dólares en placeres inútiles; pero es privilegio nuestro
apartarnos de las costumbres y prácticas de esta época de degeneración; y
en vez de gastar recursos, simplemente para satisfacer el apetito, y
comprar inútiles adornos o prendas de vestir, podemos hacer de las
próximas fiestas una acción de honrar y glorificar a Dios.
Aconsejamos a todos nuestros hermanos y hermanas que hagan una reforma decidida en relación con estos días festivos.
Quienes aprecien el don del querido Hijo de Dios, el de salvarlos de la
ruina, tienen ahora una oportunidad favorable para dar pruebas
tangibles de su agradecimiento al dar a Dios sus ofrendas de gratitud.
Que los jóvenes y adultos dejen a un lado sus mitos como ofrendas de
sacrificio a Dios. Si diéramos a la causa de nuestro Redentor la mitad
de lo que hayamos empleado en nuestros amigos, haríamos mucho bien y
recibiríamos una bendición por dar.
Seguid el ejemplo de Cristo
Busquemos
representar fielmente a Cristo en los próximos días festivos imitando
su ejemplo cuando él iba haciendo bien. Es imposible gozar de la
aprobación de Dios mientras vivimos para el yo. Como cristianos que
profesamos una fe viviente en el pronto regreso del Hijo del Hombre,
guardando todos los mandamientos de Dios, hagamos un esfuerzo ferviente
para estar más cerca de Dios mediante Jesucristo y hacer un pacto de
sacrificio con Él. En nuestros
principios de acción, debemos elevarnos por encima de las costumbres y
modas del mundo. Cristo vino al mundo para elevar las mentes de los
hombres al nivel de la divinidad, y para llevarlos a simpatizar con la
mente de Dios.
Como toda bendición que gozamos nos llega
por la condescendencia, humillación y sacrificio de Jesucristo, debemos
rendirle nuestros mejores dones por encima de todo sin negarnos a
nosotros mismos. El sacrificio infinito que Cristo ha hecho para
librarnos de la culpa y la miseria del pecado debiera obrar en cada
corazón un espíritu de gratitud y abnegación como no lo manifiesta el
mundo. Cristo, el regalo de Dios al hombre llenó todo el cielo de
asombro, e inspiró con su nacimiento la canción angélica “Gloria de Dios
en lo alto, y en la tierra paz, buena voluntad hacia los hombres”.
El
día de Navidad, recordativo precioso del sacrificio hecho en favor del
hombre, no debe ser empleado en la glotonería y la complacencia egoísta,
exaltando así a la criatura por sobre el Creador. Que quienes somos
participantes de esta gran salvación mostremos que tenemos algo de
aprecio por el don, entregando a Dios nuestras ofrendas de gratitud. Si
fuéramos menos indulgentes en fiestas y diversiones en estas ocasiones, y
en lugar de eso hiciésemos de ellas el medio para beneficiar a la
humanidad, entenderíamos mejor la mente de Dios. Es placentero y
gratificante intercambiar regalos con nuestros amigos, pero ¿no hay un
objetivo más glorioso y noble para dar nuestros medios, y así hacer bien
al arrojar luz sobre la senda de otros?
Regalos sugerentes
Son
muchos los que no tienen libros ni publicaciones relativas a la verdad
presente. Representan, sin embargo, un importante renglón en el cual se
puede invertir dinero. Son muchos los pequeñuelos a quienes se debieran
proveer buenas lecturas. The Sunshine
Series [Serie Sol], Golden Grains Series [Serie Granos dorados], Poem
[Poema], Sabbath Readings [Lecturas para el sábado] [Nota: se hace
referencia en este artículo a publicaciones en circulación y proyectos
de edificación. Como los principios establecidos que se presentan en
esta relación son aplicables actualmente, se dejan las referencias
específicas en este artículo al duplicarlo], etc., son todos
libros preciosos, y pueden introducirse con seguridad en cada familia.
Las pequeñas sumas que suelen gastarse en caramelos y juguetes inútiles
pueden guardarse para tener con qué comprar tales libros.
Los
niños necesitan lectura apropiada que los divierta y recree, sin
desmoralizar la mente ni cansar el cuerpo. Si se les enseña a
aficionarse a lo romántico y a los cuentos que aparecen en los
periódicos, los libros y revistas instructivos les desagradarán. La
mayoría de los niños y los jóvenes quieren tener cosas que leer; y si
otros no las seleccionan para ellos, se encargarán de hacerlo. En
cualquier parte pueden hallar lecturas que pueden arruinarlos, y pronto
se aficionan a ellas; pero si se les proporcionan lecturas buenas y
puras, cultivarán el gusto por ellas.
Deben hacerse esfuerzos
especiales para excluir de nuestros hogares esa clase de literatura que
no tenga una influencia benéfica sobre nuestros hijos. Muchas veces me
ha dolido encontrar sobre las mesas o las bibliotecas de los
observadores del sábado, periódicos y libros llenos de romanticismo, los
cuales leían sus hijos atentamente con ansiedad.
Están aquellos que profesan ser hermanos que no reciben la Revista Adventista, Signs [Señales de los tiempos], Instructor [El instructor de los jóvenes], o Good Health [Buena salud],
pero reciben uno o más periódicos seculares. Sus hijos están
interesados profundamente en la lectura de historias ficticias y de amor
que se encuentran en esos periódicos, y que su padre puede pagar,
aunque se queja de que no puede pagar por nuestros periódicos y
publicaciones sobre la verdad presente. Y de esa forma los padres están
educando el gusto de sus hijos para devorar codiciosamente las historias
enfermizas y sensacionales que se encuentran en las columnas de los
periódicos. Toda esa lectura es veneno; dejan una mancha sobre el alma y
alienta el amor por la lectura barata que socavará la moral y arruinará
el alma.
Los padres deben velar sobre sus hijos, enseñarles a
cultivar una imaginación pura y a rehuir como a un leproso las escenas
de amor enfermizo que se presentan en los periódicos. Haya en vuestras
mesas y bibliotecas publicaciones que traten temas morales y religiosos,
a fin de que vuestros hijos puedan cultivar el gusto por la lectura de
carácter elevado. Que aquellos que desean hacer regalos valiosos a sus
hijos, nietos, sobrinos y sobrinas, consigan para ellos los libros para
niños mencionados anteriormente. Para los jóvenes, Life of Joseph Bates [La vida de José Bates] es un tesoro, también los tres tomos de Spirit of Prophecy [Espíritu de Profecía].
Estos tomos debieran colocarse en toda familia en la tierra. Dios está
dando luz del cielo, y ni una sola familia debiera quedar privada de
ella. Sean los regalos que ofrezcáis de tal índole que derramen rayos de
luz sobre la senda que conduce al cielo.
Ofrendas consagradas a Dios
Antiguamente
los hijos de Israel tenían la orden de observar tres fiestas anuales
cada año: La pascua, la fiesta de las cabañas y la fiesta de las
semanas. El Señor dio instrucciones para que en estas ocasiones sus
regalos y ofrendas sean consagrados a Él, y nadie debía presentarse ante
Él con las manos vacías. Pero en nuestros días se ha convertido en moda
observar estas ocasiones festivas en una forma que aparta la mente de
Dios en lugar de dar gloria a su Nombre. Aquellos a quienes Dios ha
bendecido con prosperidad deben reconocer al Dador y sentir que cuanto
más se les ha dado, más se les requerirá.
Nuestras
fiestas se han desviado de su intención original. Se prodigan regalos
unos a otros, y la alabanza que debe darse a Dios, a quien le pertenecen
todas las cosas, se otorga a los pobres mortales.
Nuestras
casas de adoración en Oakland y Battle Creek están bajo la presión de
la deuda. El Tabernáculo Dime nos pertenece a todos; todos debiéramos
tener un interés especial en él.
Con el propósito de acomodar a
los estudiantes del Colegio, los pacientes del sanatorio, los que
trabajan en las oficinas, y la gran cantidad de adoradores que vienen
constantemente de otros lugares, fue una necesidad real la construcción
de una casa de adoración espaciosa. Sobre quienes están en Battle Creek
descansan grandes responsabilidades, y también sobre aquellos cuyos
brazos deben ser levantados para sostener estos intereses en el mismo
corazón de la obra. En ninguna parte del mundo hay un campo de batalla
por la verdad y la reforma como éste. Aquí hay grandes intereses
involucrados. La escuela sabática y el colegio están educando a la
juventud y determinando el futuro destino de las almas. Hay aquí una
necesidad continua de idear medios y formas para el avance de la verdad y
la conversión de las almas. Nuestro pueblo no está ni la mitad de
despierto a las demandas de los tiempos. La
voz de la Providencia llama a todos lo que tienen el amor de Dios en
sus corazones a levantarse para esta gran emergencia. Nunca hubo un
tiempo cuando había tanto en juego como hoy. Nunca hubo una época en la
cual se demandara gran energía y abnegación del pueblo que guarda los
mandamientos de Dios.
Un árbol de Navidad
Ya
se acerca el fin de otro año, y ¿no haremos de estos días festivos
oportunidades en las cuales llevar nuestras ofrendas a Dios? No puedo
decir sacrificios, porque estaremos sólo rindiendo a Dios lo que ya le
pertenece, y que sólo nos lo ha confiado a nosotros hasta que nos lo
pida.
Agradaría mucho a Dios que
cada iglesia tuviese un árbol de Navidad del cual colgasen ofrendas,
grandes y pequeñas, para esas casas de culto. Nos han llegado cartas en
las cuales se preguntaba: ¿Tendremos un árbol de Navidad? ¿No seremos en
tal caso como el mundo? Contestamos: Podéis obrar como lo hace el
mundo, si estáis dispuestos a ello, o actuar en forma tan diferente como
sea posible de la seguida por el mundo. El elegir un árbol fragante y
colocarlo en nuestras iglesias no entraña pecado, sino que éste estriba
en el motivo que hace obrar y en el uso que se dé a los regalos puestos
en el árbol.
El árbol puede ser tan alto y sus ramas tan
extensas como convenga a la ocasión, con tal que sus ramas estén
cargadas con los frutos de oro y plata de vuestra beneficencia y los
ofrezcáis a Dios como regalo de Navidad. Sean vuestros donativos
santificados por la oración y que el fruto de este árbol sea consagrado
para eliminar las deudas de nuestras casas de adoración en Battle Creek,
Michigan, y Oakland, California.
Una palabra al sabio es suficiente.- Review and Herald, 11 de diciembre, 1879.
Un árbol de Año Nuevo
Al
terminar el largo viaje que me trajo del este, llegué a casa a tiempo
para pasar la víspera de Año Nuevo en Healdsburg. El salón de actos del
colegio había sido preparado para una reunión de la escuela sabática. Se
habían ordenado con buen gusto guirnaldas de ciprés, hojas otoñales,
ramas de coníferas y flores. Una gran campana formada con ramas de pino
colgaba del arco de entrada al salón. El árbol estaba bien cargado de
donativos, que iban a emplearse para beneficio de los pobres y para
contribuir a la compra de una campana. Excepto por unos pocos
ejemplos, los nombres de los donantes no aparecían, sino que se leían
textos bíblicos apropiados y lemas cuando los regalos se sacaban del
árbol. En esa ocasión nada se dijo ni se hizo que hubiese de cargar la
conciencia de nadie.
Algunos me dijeron: "Hermana White, ¿qué piensa Vd. de esto? ¿Concuerda con nuestra fe?" Les contesto: "Concuerda con mi fe".
En Healdsburg, San Francisco, y Oakland, hay muchas cosas para atraer a
nuestros hijos; se gastan grandes sumas cada año para comprar regalos
para los amigos en Navidad y Año Nuevo. Estos regalos no son
generalmente satisfactorios, porque muchos reciben regalos que no
necesitan, cuando les gustaría tener alguna otra cosa; algunos reciben
el mismo objeto de diferentes personas, y otros no reciben nada.
Fiestas interesantes
Nos
hemos esforzado en serio por hacer que las fiestas fueran tan
interesantes como se pudiera para los jóvenes y los niños mientras
cambiábamos ese orden de cosas. Nuestro fin era mantenerlos alejados de
las escenas de diversión entre incrédulos. En lugar de seguir una
costumbre egoísta y dar a aquellos de quienes esperaríamos recibir un
presente, hagamos nuestras ofrendas al Señor. Este plan resultó exitoso
en muchas de nuestras iglesias, y fue un éxito en esta ocasión, las
donaciones ascendieron a 138 dólares. Y así el nuevo año se inició con
ofrendas para el Dador de todos nuestros favores y bendiciones.
He
pensado que mientras contenemos a nuestros hijos de los placeres del
mundo que tengan una tendencia a la corrupción y a la perversión,
debemos proveerles recreación inocente para conducirlos por senderos
placenteros donde no hay ningún peligro. Ningún hijo de Dios necesita
tener una experiencia triste o deplorable. Los mandamientos de Dios y
las promesas divinas lo demuestran. Los caminos de la sabiduría son
"caminos deleitosos, y todas sus veredas paz". Los placeres mundanos
privan del uso de la razón, y por un momento de gozo, muchos sacrifican
la amistad del cielo, con la paz, el amor y el gozo que otorga. Pero
estos objetos de deleite elegidos pronto producen disgusto e
insatisfacción.
Los atractivos de la vida cristiana
Necesitamos
hacer todo lo que esté de nuestra parte para ganar almas mediante la
presentación de los atractivos de la vida cristiana. Nuestro Dios ama lo
bello. Podría haber revestido la tierra de castaño y gris, y los
árboles de un ropaje triste en lugar del vivo follaje verde; pero
deseaba que sus hijos fueran felices. Cada hoja, cada capullo y flor que
se abren, son una prueba de su tierno amor; y debiéramos proponernos
manifestar a otros este maravilloso amor expresado en sus obras creadas.
Dios
desearía que todo hogar y toda iglesia ejercieran poder de atracción
para apartar a los niños de los placeres seductores del mundo y de
relacionarse con aquellos cuya influencia es de tendencia corruptora.
Estudiad para ganar a los jóvenes para Jesús. Impresionad sus mentes con
la misericordia y la bondad de Dios al permitirles, pecadores como son,
disfrutar de las ventajas, la gloria y la honra de ser hijos e hijas
del Altísimo. ¡Qué pensamiento más extraordinario, qué condescendencia
inaudita, qué asombroso amor, que los hombres finitos puedan ser aliados
del Omnipotente! "A los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios". "Amados, ahora somos hijos de Dios". ¿Puede
alguna honra mundanal igualarse a esto?
Representemos la vida
cristiana como realmente es; hagamos que el camino sea alegre,
invitador, interesante. Podremos hacerlo si lo deseamos. Podemos llenar
nuestra mente con cuadros vívidos de las cosas espirituales y eternas, y
al hacerlo así contribuir a que sean una realidad para otras mentes. La
fe contempla a Jesús que permanece como nuestro Mediador a la diestra
de Dios. La fe contempla las mansiones que ha ido a preparar para los
que lo aman. La fe ve el manto y la corona preparados para el vencedor.
La fe oye los cantos de los redimidos, y acerca las glorias eternas.
Debemos acercarnos a Jesús en amorosa obediencia, si queremos ver al rey
en su hermosura.- Review and Herald, 29 de enero, 1884.
Fuente: Centro de Investigacion White. Universidad Adventista del Plata, Argentina.Autor: Elena G. de White. Los adventistas creemos que ejerció el don bíblico de profecía durante más de setenta años de ministerio público.Nota: * Documento elaborado por el White State, en Septiembre de 1962 y revisado en diciembre de 1989; bajo el titulo "Declaraciones de Elena G. de White en relación con la observancia de la Navidad y los regalos de la fiesta". Editor
- Articulo originalmente publicado el lunes 24 de diciembre de 2007. Editor
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