Declaraciones de Elena G. de White en relación con la observancia de la Navidad y los regalos de la fiesta*
La fiesta de la Navidad
“Ya
llega la Navidad”, es la nota que resuena por el mundo, del este al
oeste y del norte al sur. Para los jóvenes, para los de edad madura, y
aun para los ancianos, es una ocasión de regocijo general. Pero, ¿qué es
la Navidad para que requiera tanta atención?...
Se
dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la
observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no
hay seguridad de que estemos celebrando el día preciso en que nació
nuestro Salvador. La historia no nos da pruebas ciertas de ello.
La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal
conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de
ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo
el asunto. Por lo tanto, el silencio de las Escrituras al respecto nos
parece evidencia de que nos fue ocultado con el más sabio de los
propósitos.
En su sabiduría, el Señor no reveló el lugar donde
había sepultado a Moisés. Le enterró, luego le resucitó y lo llevó al
cielo. Obró así, en secreto, para evitar la idolatría. Aquel contra
quien se habían rebelado [los israelitas] mientras estaba en servicio
activo, aquél a quien provocaron por poco más allá de lo que podía
soportar un ser humano, fue casi adorado como Dios después que la muerte
lo separó de ellos. Por el mismo motivo Dios ocultó el día preciso en
que nació Cristo, a fin de que ese día no recibiese el honor que debía
darse a Cristo como Redentor del mundo, quién es el único que debía
recibirlo y en quién se debía confiar por ser el único capaz de salvar
hasta lo sumo a todos los que se allegan a él. La adoración del alma debe tributarse a Jesús como Hijo del Dios infinito.
sábado, 24 de diciembre de 2011
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